Un Lugar para soñar - Capítulo 3

Mara Gonzalez // Noemí Quesada // Ada White

LA NOTA


Me despedía de mis amigas, que aún seguían insistiendo en que no debería ir sola, a lo que yo les contesté lo mismo que cuando les comuniqué mi decisión. Lo tenía todo en la vida, un trabajo que me encantaba y con el que me sentía libre, unas amigas para compartir mis sueños, pero...justo eso es lo que no tenía, sueños que compartir. Entre toda mi rutina necesitaba una aventura y porque no.…enamorarme. Así que después de muchos abrazos, alguna lagrimita y consejos varios, por fin me subí al tren que cambiaría mi vida. 
Ya en el vagón de clase turista del tren que me llevaría hasta mi siguiente parada, Águilas, donde haría trasbordo a otro tren que llegaba a Almería, me senté junto a la ventanilla dejando mi equipaje, que no era excesivo, sólo una maleta y una bolsa de viaje, en el compartimento que había encima del asiento. Cuando volví a sentarme, pasaron junto a mi asiento una pareja joven junto a sus dos vástagos, ambos de corta edad, que iban corriendo delante de ellos, alborotando más de la cuenta. El chico los reprendió para que se comportasen y pasaron de largo hasta otro vagón. Yo comencé a abrir el libro que estaba leyendo y que esperaba terminar durante el trayecto, pero cuando estaba a punto de bajar la cabeza hasta la página que tenía delante, un exquisito aroma a perfume caro de hombre llenó mis fosas nasales y como si de una aparición se tratase, delante de mí se había sentado un hombre. Vestía un traje azul oscuro que parecía de los caros, la camisa blanca sin corbata y los dos últimos botones desabrochados. Levanté los ojos hacía su cara y me sorprendió ver su mirada oscura clavada en mí. Avergonzada por la pillada, bajé la vista hasta el libro e hice como si nada, intentando disimular el rubor de mi cara. Pude vislumbrar una sonrisa ladina en él, que se había percatado de mi sonrojo.
Durante el tiempo que duró el trayecto, terminé de leer el libro, más que nada porque me avergonzaba ser observada, y lo estaba siendo. Como un peso notaba su mirada clavada en mí. Cuando terminé no me quedó más remedio que cerrar el libro. Entonces fue cuando escuché su voz por primera vez.
—Debe de ser muy interesante —Habló con voz grave.
Alterada por no esperar sus palabras balbuceé, más que hablar.
—Eh… ¿cómo? ...—es lo único que fui capaz de contestar, y el tras mostrarme una preciosa sonrisa, repitió.
—Digo que debe ser muy interesante…El libro, ya que no le he visto levantar la cabeza hasta que lo ha terminado.
—Eh…Sí, la verdad es que sí es interesante. 
Logré terminar la frase y por fin…mirarle a la cara. Que por cierto era de lo más atractiva. Moreno, pelo corto peinado hacia atrás pero que se le abría en medio cayéndole algún mechón en la frente. Barba de tres días, y una sonrisa que le daba un aire pícaro y macarra a la vez. 
—¿Me lo recomienda? —insistió.
—Bueno…La verdad es que no sé si a usted le gusta la novela romántica. Si es así, desde luego que se lo recomiendo.
El soltó una carcajada que me hizo sonreír, antes de añadir.
—Lo suponía.
Dicho esto, me dispuse a prepararme para bajar pues la parada estaba cerca. El hizo lo mismo y hasta que nos despedimos al bajar con un educado adiós no volvimos a dirigirnos la palabra. Después cada uno fue en una dirección opuesta.  
Al salir a la calle dejé el equipaje en el suelo para parar un taxi que me llevara al hotel donde pasaría mi primera noche. Cuando metí la mano en el bolso para coger mi móvil, tropecé con un trozo de papel que antes no estaba allí. Fruncí el ceño y lo saqué, quedando boquiabierta al ver de quién se trataba la nota. Era de mi compañero de viaje y decía textualmente:

  Este es mi teléfono, pasaré una semana en Almería
  Quiero volver a  verte. Llámame, no faltes te estaré esperando.
  555 227 123
  Carlos


No era una petición, daba por hecho que tenía que llamarlo…




volver

comentarios

Share by: